lunes, febrero 13, 2006
Pienso si habrá alguien que sepa que voy a estar haciendo dentro de una o dos semanas.
Me sirvo una taza de café, la que no me tomé en la mañana y le encuentro tú sabor entre la crema y el azucar y me lleno de nostalgia por que cuando me despedí escuche que me dijiste que me querías, por que cuando te vi, sentí tú abrazo, y no se que tan real sea, lo que si se es que me estoy abandonando por tí, hoy me di cuenta después de que sentí miles de lágrimas rodar entre mis labios, mas no se si pisé fondo, sigo sin querer ver la señal.
Cuando toco tu mano me siento infinita, cuando tu mano está bajo mi blusa, me elevo como un globo azul de helio que se le escapa a un niño de entre sus manos, y en estos momentos mientras te recuerdo, el café se vuelve salado, la tinta de mi pluma se escurre por la mesa.
Tú, quien me enseñó a escribir con el alma, quién no me ha podido enseñar a nadar, el que me leyó un libro antes de dormirnos, se vuelve difuso, confuso e inalcanzable.
Ahorita el café se ha vuelto turbio, salado, helado, aún así me lo tomo y espero.